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viernes, 11 de mayo de 2012

La España de los mercaderes.

#FatalFriday

Es por todos/as conocido el afán impetuoso con el que el actual Gobierno está recortando los derechos y los pilares básicos que constituyen nuestro modelo de bienestar. Un modelo que no nace de la noche a la mañana, y que no se introdujo en nuestro país sin esfuerzo, sacrificio y dedicación por parte de anteriores gobiernos, ciudadanos, agentes sociales, y otras muchas organizaciones anónimas que pusieron empeño en ello.

Un modelo que se fue fortaleciendo a medida que pasaban los años y que, aún en pleno siglo XXI, no llega a ser ni por asomo un modelo del todo perfecto, pero que sí garantiza, o garantizaba, derechos fundamentales de los ciudadanos y ciudadanas como son el acceso universal y gratuito a la sanidad o la enseñanza pública.

Cada viernes, somos testigos de cómo se añade una "losa" más a nuestra ya torcida "espalda", que no hace otra cosa que empobrecernos más y más y poner más impedimentos en nuestro día a día, dificultando no solo la conciliación familiar y laboral de muchos ciudadanos y ciudadanas que lo están pasando mal, sino también el acceso de éstas a bienes de consumo diario de los que cualquier familia depende sí o sí.

Se nos encarece la factura de la luz, el coste de la bombona de butano, el precio de los alimentos, los cuales en menos de un año volverán a sufrir el incremento del IVA que tanto negaba y negaba el Sr. Mariano Rajoy y todos/as sus Ministros/as. Se nos engaña con discursos plagados de burla y eufemismos para intentar ocultar la verdadera realidad, que no es otra que la de un Gobierno al servicio de los Mercados los intereses de estos y no de los y las ciudadanas para los que debe gobernar.

Recortes desmesurados en educación o sanidad, pilares fundamentales de cualquier modelo de bienestar, que vienen a confirmar lo que todos tememos, este Gobierno no quiere otra cosa que hacer de lo público un negocio, y más ahora que su burbuja inmobiliaria de la que tanto dinero y beneficios obtuvieron, terminó por pinchar y deshincharse.

Se anuncian grandes reformas envueltas en palabras grandilocuentes, como lo es la irrisoria subida de 1% de las pensiones, las cuales luego por otra vía sufren un recorte mayor al ver como se incrementa el IRPF, o se instaura el copago sanitario, haciendo que los enfermos crónicos y pensionistas con rentas bajas y desoladoras se tengan que costear de nuevo los fármacos. 
Se priva del transporte sanitario a enfermos de diálisis, con cáncer, o que tengan que ir a rehabilitación, como si todo el mundo pudiera en época de crisis costearse un taxi o un servicio de transporte alternativo para poder asistir a recibir su inevitable tratamiento periódico. ¿Qué clase de país es este, que recorta miles de millones en aquellas materias intocables, para luego inyectar dinero público a la Banca o incluso tener que entrar a nacionalizarla por la nefasta gestión que hicieron anteriormente "sus amigos" en dichas sucursales?

Nos dicen, repiten y reiteran de forma incesante, "lo importante" que son los recortes, pero que no os engañen, no es por necesidad, sino por ideología. No son recortes que puedan ser justificados en absoluto. No se puede justificar un recorte en sanidad, en educación, en becas, en I+D+i, cuando por otra parte se derrocha dinero en publicitar reformas laborales fallidas y nefastas, cuando se les permite a los defraudadores venir a blanquear su dinero (el cual no sabemos de dónde procede) tributando al 10%, mientras que los demás, los y las pobres lo hacemos con un tipo impositivo muy superior. No podemos entender cómo se intentan justificar esos recortes, cuando a la intocable Iglesia no se la persigue y se le obliga a pagar como todo hijo/a de vecino/a el IBI, por el cual obtendríamos una cantidad de dinero que nos ahorraría muchos de esos recortes imposibles de justificar, pero que cada viernes se llevan a cabo por doquier.
No contentos con ello, la Casa Real sigue disfrutando de una opacidad "maravillosa", y el ejército sigue disfrutando de un dinero que se invierte en maniobras, municiones, y soldados que no hacen otra cosa más que ir a perder el tiempo por el mundo.

Nos dicen que hay que reducir el déficit por el bien de nuestra moneda, esa que sólo sirvió para encarecer la vida a la vez que perdíamos poder adquisitivo a lo largo de estos años. Una moneda que no hace otra cosa que estrangularnos hasta la saciedad sin que sepamos muy bien el cómo o el por qué.
Nos dicen que todo va bien, pero que tenemos que corregir un déficit desproporcionado. Que si 35.000 millones de euros, que si 73.000 millones de euros, pero siempre una cifra que es la equivalente, justamente, a la que se pierde en este país mediante el fraude fiscal. Un fraude que no sólo no es perseguido con contundencia, sino que ahora será premiado con una tributación irrisoria.

Se permite eso, mientras se desmantela el estado del bienestar. Se culpa a la herencia, a las CC.AA, a las distintas AA.PP, o a cualquiera que pase por delante de la cámara en ese momento, pero una vez más, esto no es cuestión de necesidad sino de ideología.

Acabar con esta barra libre de recortes es posible y fácil de entender.

Empecemos por perseguir a los defraudadores y no desmantelando las cúpulas de Hacienda que investigaron y encontraron a los corruptos infiltrados en los distintos Gobiernos de las distintas CC.AA.

Hagamos pagar más a las grandes fortunas, a las intocables SICAVs, a la Iglesia, y a todo ese gentío que puede permitirse dar más de sí, sin pasar por ningún tipo de penuria.

Pongamos una tasa financiera ejemplar, y penemos con mayor carga a aquellas que repartan mayores dividendos y bonos entre sus altos cargos, directivos y consejeros de administración mientras cierran el grifo a Pymes y familias.

Impulsemos planes de Estímulo que ayuden a reactivar la economía, lastrada ahora por la falta de consumo y por la baja actividad privada que nos condenan una y otra vez a la recesión.

Modifiquemos la estructura de las Diputaciones, casa de corruptos y amigotes de turno, especialistas en duplicidades y reinas de la opacidad administrativa. Pueden reestructurarse y limpiarse de tanto político, y realizar actividades adecuadas para estos tiempos, pero no mientras sigan manteniendo esa estructura del siglo XIX. De no ser así, su mejor futuro, es la desaparición inmediata.

Abordemos una verdadera Reforma Fiscal, en la que el impuesto de sociedades no sirva para que las empresas con desorbitados beneficios terminen tributando a cantidades irrisorias gracias a la ingeniería financiera o a la maraña de desgravaciones fiscales que el sistema les proporciona para finalmente forrarse mientras despiden o recortan derechos a sus empleados y empleadas.

Abordemos una verdadera y consensuada Reforma Educativa, en la que la política y los dogmas religosos desaparezcan de todo debate y materia, y se haga lo que se tiene que hacer, educar a la gente para formarse y ser libres, y no para aprender a encadenarse a un puesto de trabajo o a un religión desde la guardería hasta el final del ciclo de escolarización obligatoria.

Finalmente, dejémonos la vida y el dinero en potenciar la ciencia y la +I+D+i, pues son el pilar fundamental, junto con la educación, de todo crecimiento sostenible. Son el motor de todas las economías desarrolladas, y el motor del avance y el descubrimiento de mecanismos para mejorar nuestro modelo de bienestar. Todo lo invertido en estas materias, repercute en un futuro en forma de beneficío y multiplicado por dos o por tres con respecto a su inversión inicial.

Queridos amigos y amigas, que no os engañen, esto tiene solución, y la austeridad y recortes por imposición nunca jamás serán la solución, y más si con lo "ahorrado" se rescatan entidades mal gestionados.

Todo el mundo, en algún momento de su vida, tiene que pasar obligatoriamente por la escuela, la universidad, un centro de salud y un hospital, y esta gente que hoy nos gobierna, se dio cuenta de que eso es un filón para enriquecerse y hacer dinero de forma sostenible. Aquello que no pudieron hacer con el ladrillo, puesto que se desmoronó por tener "fecha de caducidad", lo quieren implantar ahora en nuestro día a día a través de la sanidad y la educación.

Por si esto fuera poco, se nos encarece el acceso a la justicia, se nos pena por manifestarnos pacíficamente, se nos despide con total impunidad, y para mayor inri tenemos que demostrar nosotros/as que es de forma improcedente. Se suprime a la autoridad laboral en nuestro trabajo, no se supervisan los despidos, EREs, y descuelgues de convenios y lo único que tendremos es gente desesperada. Desesperada por encontrar cualquier clavo ardiendo al que agarrarse, y que permita a este Gobierno llevar a cabo sus tropelías sin que nadie se percate de lo que hacen, puesto que estarán bastante preocupados por encontrar trabajo, mantener silencio, y lo peor de todo, estar conformes y resignados con su nuevo papel de esclavo dentro de este sistema insostenible e insoportable.

Despertad, o luego será demasiado tarde.