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domingo, 17 de junio de 2012

Viaje a ningún lugar.

Momentos en los que escribo y borro, escribo y borro.
Momentos en los que una nota de verdades y sentimientos se transforma en mucho dolor.
Echo la vista atrás, y no veo a nadie, leo entre líneas y no encuentro nada, busco a mi lado y le hablo al silencio.
Momentos en los que las decepciones son tan inmensas y descomunales, que ni el optimismo, la felicidad, los fármacos o la esperanza, logran mitigar ese dolor.
Desconcierto, desconsuelo y mucha incertidumbre. Desconocimiento y ninguna explicación. Sólo un enorme abismo y la triste soledad.
Una fina cuerda que cruza el precipicio, sin saber bien a dónde, ni entender bien el cómo y para qué.
Un vacío constante por dentro. Un vacío al que saltar y dejar de pensar mientras sueñas con flotar y flotar.
Una respuesta, una llamada, un mensaje, una explicación...
Momentos en los que cualquier mano a la que agarrarse, sería digna de agradecer.
Años de caminar erráticamente, sin una verdadera amistad, sin una generosa compañía.
Y mi error... esperar de los/as demás, todo aquello que yo haría por ellos/as. 
Odiarme por ser como soy, pues a nadie le importa conservar la esencia de mi ser a su alrededor.
Ni más, ni menos.
Nada me da tregua, nadie me da un respiro.

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