Páginas

Mostrando entradas con la etiqueta Reflexión. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Reflexión. Mostrar todas las entradas

domingo, 8 de febrero de 2015

Carta a Elvira Lindo

Estimada Elvira:
 
Leo su artículo de este fin de semana, "Lectores y piratas", y no dejo de preguntarme si Vd. y yo, como escritora y “pirata” que somos, llegaríamos a ponernos de acuerdo algún día en algo tan delicado como la “piratería” y los derechos de autor/a.

Dejando claro desde el minuto uno que comparto gran parte de su análisis y punto de vista, también he de decir que hay otra gran parte, seguramente la más sustancial e importante, con la que no estoy en absoluto de acuerdo con Vd. No obstante, y vaya por delante, ni la considero mi enemiga ni su inquietud me parece un tema baladí del que hacer una interpretación malintencionada. 

Creo, sin lugar dudas, que realmente le importa y preocupa el nivel cultural de nuestro país, como también creo que realmente le importa y preocupa que en este país pueda existir una abundante masa social que considere la lectura una actividad cultural por la que no merece la pena pagar nada en absoluto. No obstante, permítame el atrevimiento de decirle que veo en su análisis una ausencia total de autocrítica y, en ocasiones, una interpretación de los datos y la realidad un tanto simplista cuando no tendiendo a la generalización.
Como persona a la que desagrada el discurso del “y tú más” que soy, intentaré trasladarle mi opinión haciendo uso de preguntas y argumentos con la única intención de ayudarla a entender mi punto de vista, del mismo modo que nos ayudan sus artículos de opinión a entender el suyo. 

Lo primero, me gustaría destacar que no todo el mundo recurre a la “piratería” para acumular obras que luego no leerá o para “hacer el mal” de forma gratuita e indiscriminada. Hay gente que, por desgracia, no se puede permitir pagar los desorbitados precios de algunos libros, incluso en formato digital, y es precisamente por esas personas por las que no debemos caer en el error de generalizar con las cifras.
 
Inicia su artículo con un “Del 58% de los españoles que dicen leer en formato digital, solo el 32% paga por las descargas. El restante 68% lo hace de manera ilegal” para acto seguido echarse las manos a la cabeza por la crisis del libro sin preguntarse antes por las razones de estas cifras. En ningún momento se pregunta Vd. qué hay detrás de esas cifras o qué razones lleva a tantas personas a recurrir a la práctica de la “piratería” y si el resultado a esas preguntas podría arrojar algo de luz sobre las razones de la “crisis del libro”.
¿Cree Vd. que de ese 68% de personas nadie estaría dispuesto a pagar un precio simbólico o incluso el precio real del libro si tuviera recursos suficientes para  hacerlo? ¿Cree Vd. que en ese amplio porcentaje no hay nadie razonable dispuesto a hacer las cosas de otra manera de poder hacerlo? ¿Cree Vd. que la solución pasa por negar a toda esa gente, sin hacer distinciones entre ellos, el acceso a la cultura sin preguntarse antes qué es lo que llevó a todas esas personas a recurrir a la “piratería”?
No sé Vd. pero yo dudo mucho de la eficacia de medidas que pretendan restringir o limitar el acceso libre y gratuito a libros o bienes culturales cuando medio país, ya de por sí, no puede acceder a ellos por no disponer de recursos o dinero suficiente. Basta con investigar los datos de pobreza infantil, pobreza extrema, pobreza energética, exclusión social o tasa de paro para darse cuenta de lo que hablo. Así que llegados a este punto, permítame decirles una cosa a esos padres y madres “piratas” que a Vd. tan poco le gustan: GRACIAS. Gracias por educar a vuestros hijos e hijas en el hábito de la lectura sin dejaros arrollar por la crisis o por la imposibilidad de adquirir libros por su elevado coste o por no disponer de medios económicos suficientes para poder haceros con ellos. Gracias. 

En cuanto a los 1.000 libros… No puedo mentirle, querida Elvira, a Vd. no puedo mentirle. Reconozco que alguna vez me descargué más de 1.000 libros. Es más, puede que más de 10.000, y no por ello me siento orgulloso, y no por ello me siento “acumulador o poseedor” compulsivo. Simplemente eran paquetes de literatura clásica, así colgados en la red, sin opción a dejarnos en el camino los otros 9.999 restantes que no necesitábamos, pero discúlpeme ante todo si me niego a pagarle a nadie, a ninguna editorial o a ninguna “Sociedad General de Autores o Editores” cantidades ingentes de dinero por obras escritas hace décadas o siglos. 
¿Cree Vd. que soy un delincuente al que la justicia debe perseguir y sancionar por compartir o descargar obras de Nietzsche, Kant o Kafka de internet? ¿Cree que debo pagar alguien por leer el Quijote, Don Juan Tenorio o el Romancero Gitano? ¿Cree Vd. que debo pagar a alguien por leer una obra de un autor muerto hace quinientos años? ¿Sabe Vd. si en ese estudio se pregunta a la gente si lo que descargan también son obras de Bécquer o simplemente libros recién editados y publicados? Yo no lo sé, y es por ello que no generalizo. Lo que sí puedo asegurar es que es más fácil encontrar y descargar libros de antes del año 2000 o de 1800 que del año 2014.

Reflexiona y plantea si “podríamos pensar que este desmedido pirateo ha tenido como feliz resultado que en nuestro país se haya elevado el nivel cultural, pero ¿y si no fuera así?”, y yo le pregunto, ¿es a caso el elevado número de ventas de un libro o de varios libros un indicador fiable de un aumento del nivel cultural de un país? ¿Cree Vd. que podríamos medir el “nivel cultural” de un país basándonos en la prosperidad de las editoriales o el número de ventas cuando son libros como “Ambiciones y Reflexiones” o “Cincuenta sombras de Grey” los que revientan el mercado? Y ojo, no valoraré el inexistente aporte literario de estos dos últimos libros mencionados, pero ni a mí, un “pobre pirata”, se me ocurriría culpar de “la crisis del libro” o de la “burbuja editorial” al hecho de “abusar de los libros basura” como Vd. señala, cuando son estos, precisamente, los que para desgracia de un país disparan las ventas en numerosas ocasiones.

Permítame decir que hoy perdió Vd. una oportunidad de oro para hacer algo diferente, para hacer algo de autocrítica real. Habla Vd. de "puertas al campo" y lucha contra la piratería, cuando lo verdaderamente pionero y diferente será tirar de las orejas, de una vez por todas, a esas personas que inflan los precios de los libros sin justificación alguna, a esas grandes editoriales (al igual que hacen las grandes discográficas) que no contentos con llevarse cantidades ingentes de dinero por un trabajo que no es suyo sino de los autores se matan por subir más y más los precios mientras persiguen a ciudadanos y ciudadanas que, por poder, no pueden ni pagar el recibo de la luz. ¿Por qué no se pregunta si 25€ reflejan el precio real de un libro de tapas blandas editado y publicado hace cinco años? ¿Cree Vd. que un libro en formato digital puede costar 10 o 15€? ¿Cree Vd. que alguien en su sano juicio va a pagar esas cantidades cuando el simple hecho de llegar a fin de mes es toda una odisea?

Dejen de poner el foco en la piratería, querida Elvira. A muchos nos encantaría poder pagar todos los libros que leemos. Muchas veces lo intentamos y ahorramos duramente para ello. A muchos nos encantaría tener un mueble inmenso lleno de libros originales plagados de riqueza cultural, pero no insistan, o llegan a un término medio y a un precio real o nuestra miseria seguirá impidiéndonos pagar el cine, las series, internet, la tv, los libros y una larguísima lista de cosas que, de ser pagadas, nos dejarían directamente en la mismísima ruina y decadencia. Ojalá tuviéramos un sueldo y empleo dignos que nos ayudasen con esta empresa, pero, a día de hoy, es misión imposible.

Y fíjese Vd, querida Elvira, que pese a ser un "malvado pirata" no estoy de acuerdo con el todo gratis. No estoy de acuerdo con el descargar por descargar para acumular en un disco duro. No estoy de acuerdo con las páginas webs que roban contenido a los/as autores/as para luego lucrarse o bien vendiendo lo que no es suyo o bien mediante el uso de banners publicitarios alojados en webs de descarga. No estoy de acuerdo con eso, como tampoco estoy de acuerdo con pagar más de la cuenta por algo publicado hace ya doscientos años o dos décadas. Pero por si esto fuera poco, ¿sabe Vd. lo humillante que resulta para un estudiante enfrentarse a principio de curso al precio de los libros escolares? ¿Sabe Vd. lo que es que una Universidad te exija comprar 25 libros para 10 asignaturas y el precio medio de cada libro sea de 39€? Si, 975€ por 25 libros que reeditan año tras año para que nadie los pueda “heredar” de ningún ex-alumno. Y todo ello mientras aumentan las tasas y las matrículas universitarias, reducen becas, tenemos cero expectativas de trabajo y futuro y la crisis no nos da tregua alguna. Claro que a muchos nos gustaría pagar, pero no podemos con todo, querida Elvira. Y cuando no podemos con todo, entonces fotocopiamos o descargamos su contenido para ahorrarnos 25€ que no sabemos muy bien a dónde van a parar cuando decidimos no ahorrárnoslos. 

¿Alguna vez se le ocurrió a alguien bajar los precios de los libros físicos? ¿Alguna vez se le ocurrió a alguien el pago fraccionado? ¿Alguna vez se le ocurrió a alguien facilitar la compra por internet hasta hacerla tan simple como segura para que el esfuerzo requerido sea tan bajo que a las personas se les haga más fácil pagar y descargar que pasarse medio día buscando contenido “ilegal”? ¿Alguna vez se le ocurrió a alguien, además de a Juan Gómez-Jurado, vender más libros en formato digital gracias a una buena campaña de bajos precios? Puede pulsar aquí y verá con exactitud a qué me estoy refiriendo. ¿Cómo una persona puede vender un libro por 2 o 3€ mientras que otro lo vende con el mismo formato por 12 o 13€?

Podemos culpar únicamente a la piratería; podemos culpar únicamente al lamentable Ministro de Educación y Cultura, que no contento con arruinar nuestro sistema educativo también fulmina nuestra cultura con un IVA del 21%, pero si no somos capaces de hacer autocrítica y ver los males que también tenemos en nuestras casas, gremios y entorno, entonces sólo aprenderemos a señalar a los demás y nunca a uno mismo. Será entonces cuando a uno le culpen de mirar más por su bolsillo que por el interés general, aunque seguramente este no sea su caso.

No creo que la solución para fomentar la lectura sea evitar que la gente sin recursos pueda leer. No creo que la solución para aumentar las ventas de libros pase por perseguir y sancionar a usuarios/as o internautas que comparten sin ánimo de lucro libros o contenido similar por internet. No creo que me merezca el cierre de mi Blog por colgar de forma reiterada enlaces a contenidos de periódicos, como acabo de hacer hoy al enlazar su noticia para que sea leída por todo el mundo.

Hay estudios que demuestran que las mismas personas que descargan contenido gratis de internet estarían dispuestas a pagar una módica cantidad por ese contenido, aprovechen esa oportunidad y aparquen ya, de una vez por todas, el mantra de “la culpa es de la piratería”.

Para terminar permítame una confesión, querida Elvira: cuando un autor o artista se gana a la gente volcándose en ayudarles a adquirir su obra a un módico precio, ese autor o artista se acaba ganando a un cliente fiel al que no le importará ahorrar y pagar más la próxima vez. Tome nota de esto en vez de lanzarnos piedras.

Sin más que añadir, le envío un cordial y afectuoso saludo de “pirata”, como también se lo mando a todas esas personas, padres y madres “piratas” que no desisten en educar a sus hijos en el hábito de la lectura pese a la crisis y las dificultades económicas.

Atte. Víctor Pelaz.


Artículo "Lectores y piratas": http://elpais.com/elpais/2015/02/05/opinion/1423162213_675801.html 

martes, 30 de diciembre de 2014

Depende de ti

Extenso y sombrío es el laberinto de la tristeza. Caerás en él, y serán las ganas de encontrar el camino que te lleve a la salida lo que hará que te vuelvas a perder.
Te odiarás. Te odiarás con todas tus fuerzas. Te sentirás culpable a cada paso que des. No habrá ni un solo día en el que no amanezcas con ganas de rendirte y de decir basta, con ganas de poner fin a ese sufrimiento inexplicable, con ganas de escribir un punto y final. Te preguntarás por qué, y será durante ese silencio atronador cuando te sentirás totalmente embargado por la soledad y la culpa. Te sentarás y llorarás, durante tanto tiempo que tus pies terminarán hundidos en un lodo de lamento, en un légamo del que solo brotará más dolor y desgracia. Te ahogarás en un profundo mar, y será entonces cuando comprendas que es a ti mismo a quien tienes que buscar. Que es a ti mismo y a tus propios miedos a quien tienes que enfrentarte.

Será cuando te olvides de buscar ese camino, todavía inexistente, cuando realmente pongas rumbo hacia la salida. Entenderás que no son las circunstancias sino tu actitud lo que te llevó hasta ahí. Entenderás que uno puede interpretar y sentir un mismo paisaje, una misma imagen, una misma situación, de tantas maneras posibles como le permita la imaginación. Entenderás que el optimismo no debe ser una simple decisión, sino una necesidad imperiosa.
Será con el tiempo, y sin apenas darte cuenta, cuando habrás dado el primer paso. Recorrerás un camino que hasta ese momento te habrás negado a ver. Un camino que sólo tú puedes construir. Un camino que, pese a haber estado ahí, en tu mente, desde el primer día, no se verá reflejado ante ti hasta que no hayas comprendido que es cuestión de voluntad, de aceptación, de superación. Y cuando llegue ese día:
¡Lucha! ¡Lucha por sonreír, por avanzar, por superarte! ¡Acepta que estás ahí por haberte rendido, por no haber creído en ti mismo! ¡Esfuérzate y camina, porque será tu propia voluntad la que te aleje de ahí! ¡Haz todo lo que sueñas y nunca más dudes de ti!

lunes, 16 de septiembre de 2013

La delgada línea entre todo y nada.

Una imagen, simple y llanamente. Una imagen capaz de remover tantos sentimientos que, cada vez que uno se detiene a observarla y analizarla con detenimiento, termina llorando o camino de hacerlo.

El fiel reflejo del dolor desgarrador, de la desolación. Posiblemente uno de los sentimientos más reconocibles en los rostros de las personas. Tan reconocible como contagioso, según el grado de empatía de las personas que lo perciben.

Indagando por internet, hace aproximadamente un año y medio, me topé con esta desgarradora imagen:

 
Yoshikatsu Hiratsuka, un señor de sesenta y seis años que llora desconsolado ante los restos de lo que anteriormente era su casa en Onagawa
(Japón). Sepultado bajo los restos de la misma, un miembro de su familia, dado por desaparecido tras el terremoto que asoló Japón en 2011.
Ante él, solamente ruina, impotencia, dolor y desolación. A su alrededor, el mismo panorama elevado a la enésima potencia.

¿Por qué esta foto? Sinceramente, no termino de comprenderlo, pero de vez en cuando tengo la necesidad de mirarla una y otra vez hasta embriagarme de la tristeza que emana de la misma, hasta darme cuenta de que, por muy mal que me vayan las cosas, la vida siempre podrá recordarme que todo puede ir a peor y sin que pueda preverlo.

Aquellos que alguna vez sentimos el dolor de la pérdida y que tenemos un elevado grado de empatía, es imposible que no sintamos algo parecido a lo que siente el pobre señor de esta imagen.
Sentir la enorme necesidad de arrancar palmo a palmo cada centímetro de nieve, cada centímetro de escombro, cada centímetro de tierra, hasta alcanzar a la persona que allí permanece sepultada, devolviéndola de algún modo a la vida de la que fue arrebatada.
Sentir el mismo grado de dolor y abatimiento al encontrarnos tan cerca de ese ser querido, al que queremos rescatar y mantener a salvo a nuestro lado, pero por el cual no podemos hacer absolutamente nada, salvo llorar desconsoladamente.
Sentir cómo la impotencia se adueña de nosotros. Cómo el dolor nos invade hasta el fondo de nuestras entrañas y, ante tal panorama, tener la enorme necesidad de gritar pidiendo ayuda y no recibir respuesta debido al caos generalizado que asola el lugar.

Esta imagen, simplemente, me recuerda lo fácil que resulta pasar del todo a la nada. Describe con exactitud cómo la vida, cuando se empeña en ser perra,  consigue hacer tanto daño con una sencillez tan apabullante, que uno tiene que temer, inevitablemente, tanto por sí mismo como por los seres que le rodean. Tanto es así, que uno aprende a valorar aquello sobre lo que se considera poseedor o perteneciente, para darse cuenta, finalmente, que lo único que al final nos terminará perteneciendo, serán nuestros recuerdos, y eso si con un poco de suerte no lo dificulta alguna que otra enfermedad neurodegenerativa.

Simplemente, una foto con la que pensar, sentir y recapacitar.

sábado, 8 de junio de 2013

Vita via est.

Hay días en los que odio la vida con todas mis fuerzas y, el simple hecho de despertarme día tras día y ser arrebatado del plácido regazo del mundo onírico (cuando el sueño es bueno, por supuesto), me resulta deprimente, cuando no un suplicio.

Luego, pasados unos minutos, me reconcilio con la vida y entonces comienza el verdadero día. El día que verdaderamente necesito y quiero vivir, desde el mismísimo momento en el que me lo propongo y, desde el mismísimo momento en el que decido cambiar mi destino o mi forma de ver y afrontar el día.

Decido sonreír, pese a todo. Decido afrontar los problemas y no esperar milagros resolutivos que nunca llegarán y que, lo único que logran, es que nos sentemos a esperar por ellos, estancándonos, sin avanzar hacia ninguna parte. Decido darle una oportunidad al día y, si se tuerce y se llena de complicaciones, no perder la esperanza, pues mañana tendré una nueva oportunidad. Decido llorar por los buenos momentos que, aunque no estén presentes, sé que avanzando pronto llegarán. Llegarán, y serán esos momentos repletos de pequeños y grandes placeres que me harán sonreír, que me harán sentir un intenso escalofrío mientras los pelos se me erizan sin saber muy bien por qué.

En cada amanecer hay una oportunidad nueva y diferente. Me gusta odiar la vida, si es durante cinco minutos y no más. La felicidad no debe ser solamente un deseo, también debe ser una obligación.

Hoy, una vez más, me propuse ser feliz.

Canciones tristes, para momentos felices :-))

miércoles, 5 de junio de 2013

Día Mundial del Medio Ambiente.


Recupero imagen de años anteriores, supongo. En vista de lo horrorosa que era la de este año, junto al  pobrísimo lema que la acompañaba, pues opté por ésta.

Como estoy preparando un sermón monumental para dentro de unas semanas, el de hoy me lo voy a ahorrar. Lo que sí, os emplazo a ver la entrada del año pasado, y a que le dediquéis unos minutillos al tristísimo vídeo que tengo colgado. Irresponsables no, lo siguiente...

Sin más que añadir, disfrutemos del día, y de la poca vida normal que le queda a este Planeta.

domingo, 17 de marzo de 2013

En busca de la felicidad.

Esos momentos de paz en los que uno se da cuenta de que nada en esta vida dura eternamente.

No hay amistad sempiterna, ni amigo/a fiel. No hay momentos de felicidad infinita, ni claridad duradera. Lo que hay son momentos de felicidad temporal, efímera, pero que nos dan todo el júbilo que necesitamos para ser feliz.

La vida es una basura desechable, pero lo es después de vivirla felizmente. De cada uno/a depende vivirla de esta manera y como merece la pena.

Nada es eterno. Nada, salvo nuestra voluntad e insistencia en querer ser feliz pese a no vivir en un mundo de colores. Porque pese a rendirnos constantemente, nuestras ganas de vivir felizmente, nunca desaparecen.

No hay primaveras de 365 días. Lo que hay son sensaciones y momentos felices que almacenamos en forma de recuerdo, y ellos dan sentido nuestra sonrisa.

Somos dependientes de las demás personas, hasta que comprendemos que nuestra felicidad reside en el simple hecho de querer ser feliz. Ser y estar feliz sin motivo aparente.

¡Levántate y sonríe! Búrlate de la tristeza, de la muerte, de las penas. Olvídate de quellos problemas que te presentas a ti mismo/a.

La vida es una basura desechable, pero una vez más, lo es después de vivirla felizmente.

Que nadie te borre la sonrisa. Que nadie te haga sentir aquello que no eres, porque no te lo mereces.
Ser feliz depende de ti mismo/a, de tu voluntad. De tus ganas de afrontar los problemas como realmente se merecen, sonriendo, y sin dudar de tu capacidad.

Lucha, lucha, y sigue luchando. Nadie te va a hacer feliz, salvo tu propia insistencia en querer ser aquello que quieres ser; una persona feliz.

¡¡Sonríe!! A nadie le pertenece tu sonrisa, salvo a ti mismo/a :-))

martes, 25 de diciembre de 2012

Cave ne cadas.


Qué sorprendente es la vida cuando en determinadas fechas o momentos de nuestro día a día, nos demuestra que, en ciertas ocasiones, los más llamativos y conmovedores gestos de afecto o cariño proceden de aquellas personas que considerábamos ausentes o distantes, pero que, en realidad, estaban ahí, en estado de latencia.

Personas que verdaderamente saben aparecer sin ser llamadas, que no demuestran la solidez de una amistad con meras palabras, sino con los hechos.

Porque siempre y pese a todo, por muy oscuro que se nos presente el horizonte, habrá luz al final del túnel, y una verdadera amistad que nos ayude a encontrar el camino de vuelta.

Res non verba.


jueves, 13 de diciembre de 2012

Hoy es un buen día.

Hoy es un día lluvioso, el cielo está gris y el suelo mojado. El viento, que sopla intensamente, cala los huesos con tanta humedad que arrastra consigo. Hoy es un día que para muchas personas no dejaría de ser un día triste o lleno de melancolía por el simple hecho de ser un simple día de otoño.

Las pocas hojas que quedan, caen ya de los árboles completamente desnudos de hojarasca y recubiertos de una gruesa capa de musgo que parece darle abrigo a su húmeda corteza. 

Amaneceres fríos, sin los trinos de algunos pájaros que en primavera hasta resultan familiares, y sin flores de las que se desprende ese aroma que tan buenos recuerdos nos trae en determinadas épocas del año.
Hoy es un día, en resumen, de los que a mucha gente le gustaría borrar de su calendario. A mucha gente, salvo a mí.

Hoy es un día de los que merece la pena vivir, como todos y cada uno de los días del año. Un día en el que vemos cómo caen las hojas dejando el árbol vacío y solitario, para recordarnos, una vez más que, de ese vacío y soledad se vuelve a la vida con más fuerza.

Es un día en el que el silencio se convierte en un placer que nos hace recordar lo mucho que echamos de menos los buenos amaneceres. Amaneceres en los que todo trino suena melódicamente y, más allá de la ventana, el paisaje no es otro que el de un bosque florido y lleno de colores, y los árboles no sólo están cubiertos de un manto de hojas, sino también de flores y frutos.

Merece la pena vivir y saber esperar mientras se vive. 

Hoy simplemente recordé que podemos ver el mismo paisaje de dos maneras distintas. O bien marchito y falto de vida, o bien en reposo y a la espera de que el temporal amaine para que, con el paso del tiempo, vuelva todo a ser cubierto por la vida con tanta fuerza y belleza como la primera vez.

Meditar y ser paciente no mata, estar triste toda una vida sí, y lentamente.

Carpe Diem.

viernes, 24 de agosto de 2012

Todo por un sueño.

Imaginaros por un momento que se os presenta la posibilidad de cumplir un sueño que conlleva un enorme riesgo y valor. Un sueño único y por el que estaríais dispuestos a arriesgar vuestras vidas.

Esta noche tuve la suerte de ver un documental en el que un grupo de aficionados alpinistas cumplían uno de sus sueños, ascender al Monte Everest, e incluso llegar a hacer cumbre y coronar la montaña más alta del mundo.
El documental trataba sobre un grupo de aficionados al alpinismo que, con cierto nivel y preparación en lo que a escalada se refiere y acompañados de un amigo carente de piernas (evidentemente iba con prótesis) y de un numeroso grupo de Sherpas experimentados en el ascenso y descenso (importante esto último) del Monte Everest, se disponían a llevar a cabo un sueño, hacer cumbre en el Everest y vivir la que posiblemente haya sido la experiencia más memorable de sus vidas.

Un largo proceso de adaptación, aprendizaje y organización. Un ascenso pautado, con hasta cuatro campamentos base, con zonas de riesgo de muerte, con cuerdas de seguridad y zonas de abastecimiento de oxigeno preparadas concienzudamente con antelación por los experimentados Sherpas, eran el principio de la aventura que se avecinaba.

Congelamiento de extremidades, mal de altura, pulmonías, mareos, falta de oxigeno, pérdida de consciencia, e incluso amputaciones, eran dentro de esta dura batalla, algunas de las cosas más “lights”, por así decirlo, a lo que se podían enfrentar estos intrépidos aventureros, y creedme si os digo que, tras ver el documental, hasta la palabra amputación terminó sonándome esperanzadora.

Un ascenso progresivo, con un seguimiento y cobertura excepcional desde el campamento base, fue el inicio de la aventura para todas estas personas. Durante dicho ascenso, algunas personas sufrieron todos esos problemas que cité anteriormente, teniendo que descender y retroceder cientos de metros, e incluso kilómetros, para poder reponerse y curarse del todo y poder así retomar dicha batalla.

Omitiré gran parte del ascenso e iré al grano: los 600 últimos metros hasta la cima y, por supuesto, el impactante descenso final que me dejó con la boca abierta.

¿Qué son 600 metros? se puede preguntar uno. Pues 600 metros era la distancia que separaba a muchos de los escaladores de cumplir su sueño. Eran ni más ni menos que dos horas y media de ascenso y caminata por la fría nieve y la ladera de la montaña. Era la “ínfima” distancia que les permitía ver a sus compañeros en el horizonte, pero que a la hora de ponerse a caminar, eran la diferencia entre terminar la aventura vivo o muerto. Era la distancia en la que el viaje podría convertirse en una aventura con tan solo billete de ida y sin retorno.
En esos 600 metros, algunos de los alpinistas quedaron sin energía, desfalleciendo en el camino por culpa del cansancio, teniendo que bajar contra su voluntad lo antes posible, puesto que, el simple hecho de sentarse a descansar podría llevar consigo no volver a levantarse y morir allí sentado.
600 metros en los que los alpinistas sufren algo así como “la enfermedad de la cumbre”, que es la fuerte necesidad de querer llegar a la cima a sabiendas de que ello implique la muerte. Una sensación totalmente irracional que obliga al alpinista a querer continuar, pese a todo, para una vez en la cumbre morir sin saber muy bien por qué.

Mientras algunos daban la vuelta inmediatamente para huir de la zona de peligro (es la zona en la que “pararse”, distraerse, desfallecer, quedarse sin oxígeno, etcétera, implica la muerte inevitable puesto que nada ni nadie puede intervenir para rescatarte, salvo un milagro o ir acompañado de un numeroso grupo de gente que cargue contigo a cuestas en el descenso; algo improbable), otros continuaron esos 600 metros, entre ellos el aventurero sin piernas, y lograron cumplir su sueño y hacer cumbre en el Monte Everest.

Durante esas horas, los primeros en descender (eran dos personas nada más) se encontraron con un escalador desconocido de otro grupo, tirado bajo unas rocas, con signos más que evidentes de hipotermia y congelación. Ese hombre, tenía su oxígeno agotado, estaba temblando, solo, y muriendo lentamente.
Uno de los escaladores, Tim, mediante walkie-talkie, se puso en contacto con el campamento base y contó lo que estaba sucediendo. Explicó que iba a compartir parte de su oxígeno con el moribundo, puesto que él todavía conservaba gran cantidad ya que no llegó a hacer cumbre.
Desde el campamento base, lo estaban observando atentamente y con detenimiento. Dos hombres, agotados y que anteriormente estaban tirados a 600 metros de la cima por desfallecimiento, se habían topado con una persona desconocida, agonizando, al resguardo de unas rocas.
¿Qué podían hacer tan solo dos personas por aquel alpinista moribundo? ¿Cómo podrían descender arrastrando a un hombre corpulento e inconsciente hasta el campamento que se encontraba a tres horas de caminata y tras un trayecto de lo más complicado? Pues la respuesta era evidente: nada.

Por un momento Tim y el Sherpa eran “Dios”. Podrían haberlo intentado y cargar con él esos kilómetros de descenso y morir los tres en el intento, podrían intentar seguir reanimándolo para ver si este recobraba el sentido y bajaba con ellos, arriesgándose a perder el tiempo en el intento y desfallecer junto a él. O podían hacer lo que hicieron; llorar, aguantar estoicamente ante tan difícil situación, y descender dejando tras de sí a una persona condenada a morir en solitario. Una montaña, en la que descansan alrededor de 200 cuerpos inertes, algunos a la vista, de personas que fueron a cumplir sus sueños, pero que finalmente perdieron allí la vida. Personas con billete de ida y, sin retorno a sus hogares.
Tim llegó abatido y agotado al campamento junto al Sherpa. Tras ellos otro pequeño grupo que intentó, una vez más, en vano, reanimar al hombre una vez se lo toparon en el descenso.

Otro de los alpinistas del grupo llegó casi a remolque de sus compañeros, totalmente agotado, y haciendo paradas continuamente que lo podían condenar a morir allí, junto a esas 200 personas que encontraron en el Everest su último lugar de destino. Y digo esto, porque la filosofía en la montaña era que antes de arriesgar la vida por alguien, los demás deberían abandonarlo y ponerse a salvo.

El hombre sin piernas llegó con los muñones destrozados y se quitó las prótesis inmediatamente. Tanto él como la inmensa mayoría de los alpinistas, tenían las extremidades congeladas, totalmente ennegrecidas y con síntomas evidentes de que se avecinaba alguna que otra amputación.

La historia no termina aquí, puesto que la subida sí era progresiva, pero el descenso no lo era. Tenían que bajar de la cima al campamento cuatro, “descansar”, reponer fuerza, y bajar inmediatamente al campamento tres, que estaba ni más ni menos que a 9 horas de caminata.

Gente con extremidades congeladas, totalmente agotados, pero que sabían que tenían que bajar, y ésta vez, arrastrando al hombre sin piernas sentado en una esterilla, puesto que no podía posarse sobre sus piernas ortopédicas ya que tenía los muñones totalmente destrozados por el primer descenso.
Si os digo la verdad… menuda fuerza de voluntad por parte de sus compañeros que lucharon por bajarlo, incluso por zonas escarpadas en las que tuvieron que usar escaleras metálicas para descender entre las rocas, y sin abandonarlo en ningún momento. Esta vez el grupo si era numeroso, y esta vez sí podían jugar a ser “Dios” en el Everest puesto que ya tenían algo a su favor, la voluntad y un grupo reorganizado y agrupado para poder llevar la evacuación como era debido.

La aventura se saldó con muchos dedos amputados, muñones en los pies, gente con pulmones totalmente destrozados, pero todos vivos al fin y al cabo, pero sin poder olvidar los cadáveres que asomaban a lo largo y ancho de la montaña, y sin poder olvidar a aquel hombre por el que nada pudieron hacer.

A esto es a lo que se arriesga uno por un sueño; a perder la vida en el intento o a ver como la pierden los demás. No obstante, el éxito conlleva riesgo y voluntad para intentarlo, y este grupo está vivo para dar muestra de ello; de que todo es posible si uno no cesa en su empeño, y mientras uno no se siente en el camino para rendirse y no volver a echarse a andar.

domingo, 17 de junio de 2012

Viaje a ningún lugar.

Momentos en los que escribo y borro, escribo y borro.
Momentos en los que una nota de verdades y sentimientos se transforma en mucho dolor.
Echo la vista atrás, y no veo a nadie, leo entre líneas y no encuentro nada, busco a mi lado y le hablo al silencio.
Momentos en los que las decepciones son tan inmensas y descomunales, que ni el optimismo, la felicidad, los fármacos o la esperanza, logran mitigar ese dolor.
Desconcierto, desconsuelo y mucha incertidumbre. Desconocimiento y ninguna explicación. Sólo un enorme abismo y la triste soledad.
Una fina cuerda que cruza el precipicio, sin saber bien a dónde, ni entender bien el cómo y para qué.
Un vacío constante por dentro. Un vacío al que saltar y dejar de pensar mientras sueñas con flotar y flotar.
Una respuesta, una llamada, un mensaje, una explicación...
Momentos en los que cualquier mano a la que agarrarse, sería digna de agradecer.
Años de caminar erráticamente, sin una verdadera amistad, sin una generosa compañía.
Y mi error... esperar de los/as demás, todo aquello que yo haría por ellos/as. 
Odiarme por ser como soy, pues a nadie le importa conservar la esencia de mi ser a su alrededor.
Ni más, ni menos.
Nada me da tregua, nadie me da un respiro.

martes, 5 de junio de 2012

Día Mundial del Medio Ambiente.

Hoy no soltaré un discurso que os pueda aburrir, o que os resulte tan tedioso que lo dejéis a medio leer. 

Hoy os dejaré un vídeo de cuatro minutos que pone de manifiesto, una vez más, la enorme capacidad destructora de la especie humana y que tan desapercibida pasa, bien por intereses concretos, o por "despiste" de todas esas personas que viven felices en la ignorancia de no querer saber que aquello que hacen, tiene su efecto o repercusión en el Medio Ambiente, en algún lugar del mundo al que no quieren mirar.

Cortometraje de Chris Jordan - Midway.

 

Web con el vídeo original en HD.

sábado, 14 de abril de 2012

Viaje en tercera clase.

14 de Abril. Para muchos una fecha sin importancia, para otros el aniversario de la proclamación de la II República, y para otros el aniversario del hundimiento del RMS Titanic.
Para mí, hoy más que nunca, un recordatorio más del insultante sistema en el que vivimos inmersos y del que parece, no vamos a salir nunca hasta que ocurra una desgracia que nos haga despertar.

Hace 100 años, un enorme barco se hundía en el Atlántico haciendo aguas por todas partes, debido a la fragilidad de su casco, la negligencia de unos constructores que, por "ahorrar", escatimaron en los gastos de construcción y seguridad; por un diseño poco acertado y, por supuesto, por la inconsciencia de aquellos que tomaban decisiones desafortunadas en momentos de riesgo e incertidumbre en alta mar.

Con el tiempo y los años de investigación, nadie duda del cúmulo de errores que se fueron cometiendo hasta aquella noche del 14 de Abril de 1912, pero no obstante, todavía hoy, el eco de aquel accidente hace que pese a tantas mejoras y logros, los grandes comandantes o capitanes, caminen con pies de plomo, e intenten tomar las mejores decisiones para su tripulación, pasajeros y polizones, y algo muy importante, sin distinción de "clases", algo que por aquel entonces no ocurría.

Me resulta paradójico, no sé a vosotros y vosotras, pero puede decirse que en el mundo de la Ingeniería Naval, a base de errores pasados, lograron forjar un muy buen presente, y posiblemente con el tiempo, un todavía más que acertado futuro en cuanto a diseño, construcción y seguridad en lo que a navíos se refiere.

Aquella noche, la soberbia, la ambición, el infortunio, y la "distinción", originó que miles de personas perdieran sus vidas en las costas de Terranova, y todavía hoy, sigue presente aquel viaje en nuestras vidas para recordarnos lo que no debemos hacer.

Ahora, por un momento, traslademos este discurso al mundo de la economía, del sistema capitalista, del sistema financiero, del mundo empresarial, y sin duda alguna, al mundo de la política.

Tenemos un largo historial de crisis, conflictos bélicos, injusticias, atrocidades humanas, y realmente me pregunto, ¿qué cambió sustancialmente desde el 14 de Abril de 1912, al 14 de Abril de 2012 en lo que a economía se refiere?

Sin duda alguna, en cuanto a derechos sociales, dimos grandes pasos. Pasos muy importantes y necesarios, pero no por la existencia de permisividad en este sistema injusto, sino por la insistente lucha de aquellos que, estando oprimidos, se fueron rebelando continuamente contra este sistema inhumano.
Son logros en cuanto a derechos, igualdad, valores, educación y otras muchas cosas, pero me vuelvo a hacer la pregunta, ¿qué cambio sustancial hubo en estos cien años, a nivel económico para mejorar el bienestar de los ciudadanos y ciudadanas? 
Si me lo permitís... creo que ninguno que haga que nos tengamos que felicitar, conformar y bajar la guardia.

Aquel 14 de Abril, hubo quien murió por "pertenecer" a la llamada "tercera clase". Un paria, un obrero, un trabajador o un ama de casa (condenada como siempre, y por desgracia, a estos menesteres).
El castigo de la irresponsabilidad humana, pesó muy duramente sobre las vidas de la gente pobre, de la gente trabajadora, honrada e ignorante. Esa gente que estaba condenada a ser tratada como un "inferior" simple y llanamente por su bajo poder adquisitivo, por ser pobre, o por no pertenecer a la aristocracia o alguna familia de "renombre" o alta cuna.

No nos damos cuenta, o no queremos darnos cuenta, de que cien años más tarde, el sistema, sigue siendo el mismo que el de aquel 14 de Abril de 1912. 
Si eres pobre se te dificulta el acceso a la justicia, no puedes acceder a una vivienda digna y se te niega el acceso a un crédito que te lo permita. El Sistema Laboral nos castiga cuando a las grandes fortunas y grandes empresarios les va mal. Y digo grandes, porque desgraciadamente hoy en día muchos autónomos o empresarios de Pymes, también se juegan su dignidad junto a todas y todos nosotros cada día.
Se recorta el dinero en sanidad y educación, sobre todo en educación, puesto que, cuanto más ignorantes seamos, más fácil será manipularnos, y más difícil nos resultará ver que todavía somos aquellos individuos que viajamos en "tercera clase".
Se nos echa de nuestras casas por vía de desahucio, y no contentos del todo con ello, se nos embarga nuestro mísero sueldo toda una vida, para recordarnos constantemente que tenemos una deuda con "no sabemos quién", pero que forma parte de ese sistema de oligarcas ricos.
Se nos recorta el sueldo (afortunado el que se lo congelan) mientras los altos cargos directivos de Bancos y Consejos de Administración se lo suben enormemente por el mérito de haber llegado ahí a base de exprimir y explotar a otros en su camino, y como bonificación por "haber sabido capear tan bien" esta crisis que tanto les azota su pomposo culo, y que casi los deja sin su mercedes o su coche oficial.

Los grandes barcos fueron reforzados, llevan cámaras estancas, doble casco, botes salvavidas para todos y todas, nadie es más o menos por su poder adquisitivo salvo a la hora de lujo y confort (no a la hora de un rescate), y la fortaleza del casco está hecha para el impacto de todo o casi todo lo que pueda ocasionar una fisura.
¿Os dais cuenta? El barco cambió para hacerse duro y resistente, se adaptó para afrontar las adversidades, pero también hizo que las adversidades se tuvieran que multiplicar y "adaptarse" a la estructura del barco, para poder derribarlo, y si es que lo derriban.

¿Qué pasó en la economía? NADA.

Si hay una crisis, el rico se hace más rico, el pobre se hace más pobre, y los recortes en derechos y en inversión siempre castigan al pobre, a los que una vez más viajamos en "tercera clase" sin saberlo, o sin querer reconocerlo.
El mar no podemos manipularlo por lo que no queda otro remedio que adaptarnos a él, y pese a ello, en cierto modo el también se adaptó a nosotros.
La economía es simplemente un resultado más de nuestra actividad como humanos al intercambiar y producir bienes, etc. pero pese a ello somos tan negados e inconscientes que adaptamos la política a un modelo nefasto y que potencia las desigualdades sociales. No queremos (pero sí sabemos) rediseñar un modelo económico al servicio de los ciudadanos, en vez de al servicio de las grandes oligarquías mundiales.

Cuando un "lobby" determinado estornuda, nosotros nos mojamos con sus gérmenes. Ellos sanan y nosotros padecemos una pandemia o crisis sistémica generalizada si lo preferís, pero ahí estamos, bajo su yugo.

Nos contentan con 426€, con poder votar cada cuatro años a partidos políticos con programas que luego incumplirán y, que sólo nos escuchan y prestan atención durante ese periodo llamado de precampaña y campaña electoral. Mientras tanto y hasta entonces, somos un cero a la izquierda, conformes con nuestra condición como gente de "tercera clase", que no damos problemas, y que vivimos tristemente resignados con la condición de que cuando al sistema le va mal, a nosotros nos tiene que ir peor y tragar con ello, mientras los ricos y culpables, se burlan y ríen una vez más en nuestra cara.

Nos gobiernan los ricos, los banqueros, el FMI, el BCE y los Mercados, y todos con una finalidad en común, hacerse más ricos a costa de nuestra miseria.
Para todos ellos, siempre habrá un bote salvavidas.

Yo me niego a viajar en tercera clase, ¿y tú?

miércoles, 7 de marzo de 2012

Los pequeños placeres.

Muchas veces, cuando sufrimos un tropiezo en nuestras vidas, nos sentimos desbordados y la incertidumbre se adueña de nuestras almas, elegimos sentarnos casi derrotados y decidimos dedicar un largo y profundo tiempo a la reflexión, para con ello, encontrar respuestas a las numerosas preguntas que surgen “de la nada” y de forma repentina.

Durante un tiempo, todo es caótico y no encontramos un atisbo de luz en tan largo túnel, pero con el tiempo, la incesante perseverancia y la enorme necesidad que nos invita a ser pacientes, logramos entender qué ocurre y cómo debemos abordar y afrontar nuestro día a día.

Podemos pasarnos horas, días, meses e incluso años sin encontrar una respuesta, perdiendo el tiempo mientras nos estancamos una y otra vez, pero también podemos salir adelante, pensando en positivo, centrándonos en los pequeños placeres de la vida, valorando a las personas y los buenos momentos que nos hacen más fácil y superable nuestro caminar.

Detalles como una sonrisa, una palmada en el hombro, una frase bondadosa, un gesto de complicidad, un guiño de una buena amiga o amigo, una sorpresa, un buen consejo o un nuevo descubrimiento con el que enriquecer nuestro día a día. Detalles que pasan desapercibidos, que entendemos como algo cotidiano, casi rozando la nimiedad, cuando todos sabemos que lo importante en esta vida son los buenos gestos diarios, sencillos y bondadosos, con los que la gente y la vida nos sonríen a cada paso que damos.
Muchas veces nos perdemos y nos olvidamos de ello, pero si no entendemos esto y recuperamos el rumbo de nuestras vidas, no entenderemos nada de lo que ocurre a nuestro alrededor.

Sonriámosle al mundo, pese a estar tristes, porque llegará el día en el que olvidemos qué era lo que antes nos apenaba, para encontrarnos frente a un espejo con esa enorme sonrisa que decidimos no perder y que nos recordará que de las penas sí quisimos desprendernos, mientras que de la sonrisa, la esperanza y la felicidad, nunca lo hicimos ni lo haremos.