Porque hoy es uno de esos días
en los que estoy y no estoy, quisiera estar y no estar. Uno de esos días en los que el
corazón se hiela y el coñac se transforma en amarga soledad. Día en el que uno pide una mano,
un apoyo, una respuesta… y no ve más que el infinito vacío que lo separa del
único espejo en el que se refleja su tristeza y su profunda soledad. Su rostro
desprovisto de una hermosa sonrisa que, con anterioridad, vestía y desvestía en su día
a día y en cada amanecer. En el que una frágil y delicada
palabra tanto destruye su quebrado corazón como lo recompone de entre el
mármol roto que abona la cosecha que hay bajo sus pies.
Porque hoy es uno de esos días...
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